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GUERRA, RELIGION, DINERO Y ALEMANES

La decadencia de Roma comenzó con las invasiones germánicas. Vale que el César se lo tenía muy creído con eso de ser un emperador divino, pero pusieron un nombre bien chulo a esta parte del mundo, Hispania; aprendimos latín y en Segovia dejaron un majestuoso acueducto. Los bárbaros germánicos, ¿qué dejaron? Destrucción.

Luego vino Martín Lutero, otro ilustre alemán, que se empeñó en que la religión que todos conocíamos hasta entonces no valía. Y se puso a protestar. Tanto protestó, que fundó la Iglesia Protestante, una palabra poco edificante (incluso tratándose de religión).

Unos siglos más tarde, aprovechando que un serbobosnio asesinó al Archiduque Francisco Fernando de Austria, el Imperio Alemán y su Káiser Guillermo  decidieron comenzar la Primera Guerra Mundial. Tras perderla y dejar Europa hecha unos zorros, no les sentó muy bien el Tratado de Versalles. Un sentimiento de odio y rencor corría por las venas alemanas con tal intensidad que les explotó el cerebro y, en esta endiablada coyuntura, pusieron a mandar a Hitler para arreglar el desaguisado. Algo les debió fallar en sus cálculos y volvieron a perder la guerra por segunda vez consecutiva y a dejar Europa hundida todavía más en la miseria.

Sin que nadie sepa explicar todavía los motivos, las Alemanias que quedaron entonces se recuperaron a pasos agigantados económicamente, sobre todo la República Federal. Incluso acogieron a varios españoles de nuestra post guerra civil. A este respecto me viene a la memoria una película cuyo título es bastante aclarativo: «Vente a Alemania, Pepe». Les cambió el chip y decidieron que era mejor llevarse bien con sus vecinos franceses y desde la segunda mitad del s.XX hay que reconocer que han sido los verdaderos impulsores en la creación y el mantenimiento de lo que conocemos por Unión Europea.

Tras la reunificación alemana posterior a la caída del muro de Berlín han sido, junto al Reino Unido (aunque éstos siempre han ido más bien por libre con sus libras) la potencia de referencia en Europa y han conquistado, con métodos pacíficos esta vez, grandes regiones del sur de Europa como Mallorca y Teneriffa.

Sin embargo, un hecho palpable se está constatando, una realidad que me recorre el espinazo como un escalofrío ártico. Ángela Merkel ha encontrado el arma de destrucción masiva más devastadora: la prima de riesgo. Y la está utilizando: ¡vaya que si la utiliza! Ahora no necesitan la Luftwaffe, ni consignas trasnochadas de un tío bajito y con minibigote chillando: es el bono alemán quien ostenta todo el poder, y a ver quién le discute su hegemonía. 

Lo peor de todo es que están aprendiendo de errores cometidos en el pasado y su estrategia es ir cargándose la periferia, en lugar de jugársela de nuevo con sus vecinos rusos en Stalingrado, ni con los franceses en Lorena y Alsacia. Ya han caído Portugal, Grecia e Irlanda. Ni perdiendo una guerra contra Alemania les deberían tanto dinero ni tantos intereses como los que les deben ahora mismo. En Italia lo han hecho todavía mejor: tienen al máximo mandatario del Vaticano infiltrado bajo el inocente nombre de Benedicto. Y España… a España no le perdonarán en la vida los goles de Torres ni de Puyol. ¿Seremos o ya somos Spanien?. Por si acaso, Auf wiedersehen.

3 Respuestas a “GUERRA, RELIGION, DINERO Y ALEMANES

  1. Sara ⋅

    Genial David. Me ha encantado cuantas verdades y que bien escritas. Muy ameno de leer. Saludos.

  2. dj labirdge ⋅

    Es pec ta cu larrrr como todo Lo que escribes ne….cuantas verdades plasmadas para hacer un artículo ameno,intenso e instructivo.

  3. Ángel ⋅

    Muy bueno

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